Pensar y Seguir Pensando...

Te propongo que leas y postees tu opinión sobre educación, escuela, participación..... La idea es que encuentres acá un espacio para tu voz y tu voto... y a partir de allí nos ayudemos entre todos a reflexionar para cambiar la escuela que alguna vez transitamos y que otros hoy descubren...

jueves, 23 de junio de 2011

La Escuela Partida en Cuatro y sus Pajaritas de Papel



Postales de la educación mendocina en el tercer milenio.
¿Quién diría que no es así?: las poblaciones marginales son condenadas a recibir una educación marginal. Aquellos que no viven al margen están dispuestos a todo antes de no ceder su lugar. Dime dónde vives y te diré cuán afortunado te puedes considerar. Acá te presentamos un caso patético, aunque bien mendocino. El esfuerzo recompensado es una metáfora perdida.
por Ulises Naranjo


Cada uno vive como puede: los que pueden, viven bien y los que no pueden sobreviven y nadie está realmente dispuesto a que este asunto cambie en verdad. Eso de que si uno se esfuerza, consigue cosas en la vida, es una metáfora pedorra que enarbolan los satisfechos. Ellos, los considerados, los bien pensantes, los presumidos, los devotos, gastan la mitad de sus palabras aleccionando a los desdichados.

Vamos a un caso, al caso de siempre: una pobre escuela en barrio pobre, niños y jóvenes hermosos como caballos salvajes y urdiendo sus propias metáforas en las praderas del olvido. Nosotros, que los miramos desde afuera, queriendo tenerlos lejos, en lo posible encerrados en cárceles, no necesitamos de ellos: el limpiaparabrisas nos funciona sin necesidad de que nadie venga a pasarnos el trapito y las monedas nos sirven para enseñar a nuestros hijos las bondades del ahorro.

Del mismo modo que cada uno vive como puede, está claro que cada uno se educa como puede. Ahora, nadie venga después a pedir maravillas de estos chicos: si los corren al extremo, vivirán, pues, en el extremo. Aún así, ellos –tercos, esperanzados, inocentes, al fin– insisten en educarse. Así las cosas, veamos qué ocurre con sus afanes.



Desde la dignidad

Fabián Testa se llama la escuela partida en cuatro del barrio Flores Sur, del oeste de la Ciudad de Mendoza. Fabián era profesor de la escuela y murió el año pasado y toda la comunidad educativa bregó para ser llamados con el nombre de quien fuera un gran tipo. Arriba, hay un cuadro con la cara del tipo. Fue pintado por Pilar Bosia, la profesora de Plástica, un ser que se presume tan dulce como una grulla de papel.

La directora de la escuela es la infatigable Cristina Moscoso, quien, ahora mismo que recuerda a Fabián, deja salir unas lágrimas. Bah, no las deja salir: se le escapan.

- Duele, duele mucho. El lucho mucho por la escuela y sabía que, si lo que queremos es educar bien, debe ser desde la dignidad.

Estamos en la dirección de la escuela. La dirección es una casilla de metal de dos metros y medio cuadrados. La dirección también es depósito de materiales didácticos. La dirección también es la cocina de la escuela. Allí en un ínfimo rincón, esta enorme mujer enarbola su parábola de la educación argentina. Rápidamente pensamos: con puñados de mujeres así, salimos campeones del mundo

Miremos a nuestro alrededor: barrio Flores Sur, caserío obrero a merced del invierno y, en su pecho, en distintas partes de su pecho, la escuela partida en cuatro: una parte, funciona en casillas de lata; otra en unas piezas oscuras y mal ventiladas que antes fueron destacamento policial; otra, en un centro comunitario del barrio y la cuarta, cuando hay que hacer Educación Física, funciona en el playón de la UNCuyo, donde hacen ejercicios de prestado.

¿No es esto lo que esperabas para tus hijos..? ¿No? ¿No lo es? Bueno, qué suerte: jamás estarás pisando este suelo. La escuela Fabián Testa será para vos lo mismo que Dios: no mucho más que un tema de conversación.


Pajaritas de papel

Estos pendejos no entienden. Estos docentes no se ubican. Esta directora esta chapa, chapa mal… Resulta que, ahora, se les ha ocurrido… ¡estudiar computación! ¡¿Pero con qué derecho?! No contentos ellos con que todo el mundo les de las espaldas, la comunidad educativa de la escuela trabó un convenio con sus vecinos de la UNCuyo y los docentes se capacitaron y ahora se capacitan los alumnos (entre nosotros, sin que ellos nos oigan, imaginen a los chicos en la estupenda aula virtual de la UNCuyo, con 25 computadoras para ellos y acceso a Internet).

- Cuando ves a los chicos en las computadoras, no sabés de dónde son. No hay ninguna, pero ninguna diferencia entre ellos y otros chicos del centro. Ahora, si los ves acá, en esta escuela, en el barrio, por ahí pensás distinto

Conectar Igualdad, ese magnífico programa de Presidencia de la Nación, a ellos no los conecta, no los incluye, pues no fueron contemplados: “Somos inexistentes; somos invisibles. Somos una demanda que no demanda”, dice Cristina, desde su breve espacio enlatado, en el oeste de la Ciudad.

- Se están capacitando en computación, pero no tienen computadoras

- Así es…

- ¿Y si armamos una campaña de donaciones?

- Sería maravilloso, pero ¿dónde las instalamos? Si acá tenemos no tenemos lugar para nada

El olorcito a leche con chocolate hace que, por unos segundos, nos olvidemos de todo. Se muere un doloroso otoño de la vida y ellos, los infortunados del oeste, piensan, conjugan tiempos futuros.

Entra Pilar, la profe de Plástica, es dulce y breve como una pluma de torcaza, pero tiene la determinación de un caza bombardero. Hace poco, Pilar trajo un sueño hasta la escuela: según una tradición oriental, si se crean mil grullas de papel, los creadores pueden luego pedir un deseo, que será concedido.

Para conjurar el desencanto general, Pilar, los chicos, sus madres y los docentes, todos, se pusieron a construir mil pajaritas de papel. Sin embargo, luego de la dura faena, cuando llegó el momento de pedir el deseo, se equivocaron, como pésimos aprendices del capitalismo salvaje que son: en lugar de pedir una escuela decente, una sala de computación o de profesores o un patio con playón deportivo o baños dignos, esa clase de cosas, pidieron por asuntos del corazón:


- Pedimos querernos más. Ser más amigos

Casi siempre sucede así: al principio, los docentes llegan a estas escuelas porque están empezando, porque no tienen puntaje, pero a poco de andar en estos escenarios (hostiles para el normal desarrollo del proceso educativo) descubren la maravilla de sentirse realmente útiles: “Y te entusiasmás y ya no querés irte. Acá, en esta escuela, hay gente muy valiosa y tenemos también el apoyo de algunos amigos valiosos de la UNCuyo”, completa Cristina.


No dejemos pasar un dato: hace diez años o más, hicimos una nota semejante en el barrio y el director de esta escuela era el ahora político de carrera José Ribas –subsecretario de Educación de la provincia–, quien, según parece, ejerció el olvido con maestría de funcionario. Si algo está faltando aquí, amigos, es la presencia de la Dirección General de Escuelas. Quién sabe qué pensará Ribas al respecto…

Nos vamos, convencidos de que lo ganado, lo aprendido y lo prosperado, en buena medida, porta el carácter de lo saqueado. Queda en claro que, si este mundo, a su manera, sigue funcionando, no se debe precisamente a nuestras capacidades de adaptación o habilidades para el olvido, sino simplemente a uno cientos de pajaritas de papel que nos mantienen con vida.

jueves, 9 de junio de 2011

Educar en la Sociedad de la Información: el Rol Protagónico de las TIC

María José Senosiain



Introducción


“Una vez más repitámoslo: el conocimiento es navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas” Las palabras de Edgar Morín (1999:48) nos dan clara idea de la situación del Siglo XXI, pues quien pretenda transitar en este momento histórico, se halla en medio de la tensión que se crea entre las demandas que los medios de comunicación masiva plantean y, la complejidad de la vida en la posmodernidad.


Aprender a transitar por este siglo, conlleva situarse en medio de una sociedad de la información, que en América Latina posee coordenadas propias: se han planteado interrogantes para dilucidar las características de esta sociedad, así como los fines que la misma ha de perseguir de modo que lleve al desarrollo.


La mirada está puesta en la educación: medio indiscutible para la formación/transformación de los paradigmas individuales (y por ende sociales) respecto de la comunicación y el desarrollo, siendo las grandes protagonistas del cambio las TIC.


¿Cómo ha de ser ésta educación? Ello va ha depender de cómo queramos que sea el ciudadano latinoamericano que transite la sociedad de la información, que es a su vez ciudadano del mundo: hemos de configurar una educación cuyos brazos abarquen la realidad de cada individuo, pero que se relacione y ayude a contextualizarlo en cualquier lugar de la Tierra.


Así, propongo como los ejes claves de este escrito a la educación, la información y las tecnologías. Se trata de conceptos demasiado amplios para abarcarlos de manera completa en un ensayo, por lo que voy a recorrer cada uno de ellos de manera escueta, para luego centrarme en los interrogantes que plantea el ser docente de la mano de las TIC.


Puntos De Partida: Aquello Que Tenemos, Pero Que Muchos No Comprendemos


¿Qué son las TIC? Son aquellos sistemas tecnológicos mediante los que se recibe, manipula y procesa información, facilitando la comunicación entre dos o más interlocutores; se trata de conexiones en red, de sistemas que permiten la comunicación interactiva con alcance mundial (Tagua de Pepa, 2011: 2) Nos permiten “estar” de manera simultánea en diversos escenarios: un joven hoy hace su tarea con información que baja del Blog que un amigo de Facebook le paso por Twitter; comenta sus dudas (y otras cosas también) con su compañero de banco por MSN, para luego de horas ante la PC y con mucha ayuda de Word, enviar por E-mail el producto final: “Ensayo: La Vaca”.


Son innumerables las acciones y procesos que ese joven lleva acabo, pero para hacerlo no se movió de su casa. Las TIC son las herramientas predilectas para la comunicación en este siglo, comunicación que para muchos se empobrece al desarrollarse por estos medios y que para otros, se enriquece. Rica o pobre, la comunicación viaja por estos canales y es menester que aquel que quiera decir algo, sepa manejarlos.


Saber manejar las TIC pareciera ser algo que las ultimas generaciones traen inscripto en su ADN, haciendo que los años de diferencia entre docente y alumno no sean sólo cronológicos sino también tecnológicos. Pero… ¿cómo hace el docente que también transita en este siglo para comunicarse si no maneja las TIC? Más se agrava la situación cuando docentes y alumnos hablan un código distinto, haciendo que la barrera en la comunicación sea idiomática y tecnológica también.


Es así como el segundo punto de partida recae en el cómo es la Educación que tenemos. Se trata de volver la mirada sobre aquellos procesos que requieren las prácticas pedagógicas, pero más aun sobre los medios de los que se sirven para desarrollarse.


Pensar al alumno como sujeto pasivo de la educación, es una visión superada. Hoy sabemos que para aprender el alumno debe desarrollar un gran despliegue de acciones que le reportan un esfuerzo para el que no siempre se halla motivado. En esa motivación (la de querer aprender) se nutre de la curiosidad: “La educación debe favorecer la aptitud natural de la mente para resolver preguntas esenciales y correlativamente estimular el empleo total de la inteligencia general. Este empleo máximo necesita del libre ejercicio (…) de la curiosidad. (Morin, 1999: 16)


El sistema educativo que aún funciona en el siglo XXI fue pensado y desarrollado para la Sociedad Industrial: la población obrera pasa de los talleres artesanales a las fábricas y requieren de una especialización en el uso de la nueva maquinaria. Se trata de una escuela para el trabajo y la democracia: formar al ciudadano de la Argentina del siglo XX. En este mismo espacio, la escuela con pupitres y pizarrones, se desarrolla la educación con invasión de las TIC: la profesora comenta a sus alumnos un artículo que leyó en un Diario Virtual y de los controversiales comentarios que en el Foro de Debate leyó, indagando a sus alumnos sobre lo que saben del tema e invitándolos a leer el artículo para la próxima clase: les pasa el linck y escribe a su lado el enunciado de la tarea en casa: “Buscar en Internet información sobre La Vaca y elaborar un ensayo”.


¿Cuánto de la curiosidad se trabajó? ¿Cuánto de los TIC se exploró y/o explicó en esa clase? ¿Cuántos de los alumnos van realmente a escribir ese ensayo? ¿Cuántos otros van a “cortar-pegar” el ensayo desde la misma página de Internet? No se trata ya de que las TIC empobrezcan la comunicación (en el caso anterior de docente y alumno), sino que nosotros nos encargamos de truncar todas las posibilidades que se presentan desde las TIC para enriquecer la enseñanza-aprendizaje.


Es tarea del sistema, de la escuela, del docente, de todos nosotros; dotar de un nuevo sentido a la Práctica Pedagógica. Sentido que no es otro que el que también nos proponen las TIC: el de querer comunicarnos, para poder aprender y así crecer y desarrollarnos como individuos miembros de una sociedad.


Sociedad de la Información dicen muchos que se llama, pero también es sociedad posmoderna y por ende compleja: es una sociedad de incertidumbres, cuya problematización es innata por su naturaleza de tejido social, donde todo esta “tejido en conjunto” (Morin, 1999) No podemos separar al joven que hace su tarea de la mano de las TIC, de la docente que se informa también por medio de las TIC: debemos ver la manera en que ambas instancias se encuentren.


Punto De Encuentro/Desencuentro: La Escuela


Desde la política educativa nacional se implementa el programa conectarigualdad.gob.ar, cuyos objetivos son:


·Recuperar y valorizar la escuela pública


·Reducir las brechas digitales.


·Construir una política universal de inclusión digital de alcance federal.


Para ello se entregaron gran cantidad de netbooks a muchas escuelas del país, se abrió una página para informar sobre los avances y se comenzó con la capacitación docente. Pero, es aquí donde vemos lo complejo de esta innovación, pues hay temas previos a la implementación del programa que aun no se han resuelto: las neetbooks están muy bien guardaditas en sus cajas, los profesores en su mayoría desconocen la capacitación o (peor aún) lo que es dar clase con un soporte digital/informático o, las escuelas no cuentan con aulas o instalaciones adecuadas para colocar a cada alumno ante su netbook.


Es decir, hay un “clic” que aún no se hace: hay un desconocimiento generalizado (con ello me refiero a padres y docentes) del potencial de las TIC en educación. Pues no se ha avanzado más del uso de Windows y de E-mails en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Hacerlo implica que cada uno de nosotros (y ahora nos incluyo como estudiantes universitarios de una carrera docente) nos animemos a introducir en la escuela las TIC. Es decir, acortemos las distancias con los alumnos y los padres usando toda la gama de recursos que comúnmente manejamos: foros de debate virtual sobre problemáticas que atañen a la educación de sus hijos, usar las redes sociales como soporte de la comunidad educativa, tomar las noticias virtuales como disparadores de actividades con el plantel docente y con el alumnado, dotar a los espacios curriculares con una bagaje de información virtual elaborado por la escuela y sus docentes, etc.


No es necesario, desde mi punto de vista, tener una netbook en la banco del aula, para que las TIC cobren pleno sentido y enriquezcan la enseñanza-aprendizaje. Sólo basta con hacer de las TIC tema de clase, de modo que no sean agentes externos y extraños que nos afectan, sino elementos para el crecimiento de las instituciones


Poner a las TIC en el campo de acción de la escuela permitirá ejercitar la mirada crítica, pues su uso cotidiano en el aula será motivo de análisis por parte de los docentes y directivos, en tanto son nuevas estrategias de enseñanza-aprendizaje.


Puntos Para Pensar: Cambiar La Tiza Por El Mouse


¿Cuál es la tarea en casa para aquellos que estamos aún en proceso de formación? Animarnos a usar las TIC en todo su esplendor. Aprovechar al máximo toda instancia de formación que las incluya, animando a nuestros profesores a darnos espacios para la producción de saberes de la mano de las TIC.


Llevar la tarea docente más allá del aula, la tiza y el PowerPoint, es algo que como miembros de la sociedad de la información, ciudadanos del mundo global y agentes de la educación nos compete. Ver a las TIC como agentes potenciadores de toda instancia de enseñanza-aprendizaje es superar la visión del alumno pasivo que escribe sobre la vaca y del docente que desconocedor de lo virtual. El trabajar desde ahora con TICS nos permitirá llegar al aula con toda un problemática que interpelará al alumno para que sea agente activo de su proceso, dotando al encuentro áulico de una dinámica que supera las paredes de la escuela.


Es necesario que veamos en las TIC potenciadores de nuestra capacidad de enseñanza y que ayudemos al alumno a descubrir en ellas un medio para alimentar su curiosidad por el saber y así, acompañar realmente en su proceso estudiantil.-

miércoles, 8 de junio de 2011

miércoles, 1 de junio de 2011

Cosas Interesantes...



Interesante...

ME LLAMAN PROFE...NO PUDE SER MAESTRO (1)

Jairo Aníbal Moreno

A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres”. (J. Martí)

Me llaman profe…

Aunque tengo una profesión porque “ejerzo una ciencia, un arte o un oficio”[2] y la desempeño con sumo afecto, compromiso, pasión desbordada e “inclinación voluntaria,” creo que profeso poco o casi nada. Realmente no tengo profecías, poseo el infortunio de carecer del don sobrenatural para predecir o tan solo “conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras” Debo confesar con cierta pesadumbre que no he sido, ni soy, y tal vez nunca seré profeta. No tengo ni el poder ni la intención para, a partir de conjeturas, adentrarme en el futuro. Así que profeso poco, no tengo profecías, no soy profeta, pero todos insisten en llamarme profe. Algunos lo hacen con cariño, otros con ternura y respeto de discípulo y no pocos con indiferencia.

Me llaman profe, aunque muchos rituales profesorales me causan salpullido, aunque nunca en mis encuentros pedagógicos solicito a nadie que sea breve y concreto. Con algunas excepciones (los cuentos breves, por ejemplo), desconfío de la brevedad, de la levedad, de la superficialidad, del apuro, que es a veces tan sólo displicencia para enfrentar los encargos académicos. Por su parte, la concreción como norma, como estilo, como consigna, como marca cognitiva, como rasgo de personalidad, me parece necesaria y hasta admirable en los escolares iniciales, a los que la ciencia cognitiva denominó operadores concretos, pero me conmueve en los adultos. En ellos, humanos destinados a la fatiga de lo abstracto, a las emociones y rigores del discurso, el destino es otro: la palabra que sugiere, el indicio que promueve, el signo bosquejado, el sentido que tan sólo asoma en las crestas de la imagen.

Me llaman profe aunque mi mandato de trabajo siempre fue: no dictar, no dictado, tampoco dictadura. Aunque más allá del libro, profeso con la vida. Aunque siento un desafecto radical por los contenidos sin perspectiva, sin argumento, sin alma, sin carne, sin escuela. Aunque no adoctrino con el texto ni con el reglamento. Me llaman profe aunque jamás ordeno marcar con una X, la respuesta verdadera”. La verdad, prefiero las preguntas y las respuestas alternativas, divergentes, novedosas e insolentes. Sospecho- si es que existen - de las respuestas verdaderas, inmutables, perennes y absolutas. Además profeso, eso sí, y debo confesarlo, un malestar neurótico por las X, una repulsión compulsiva por las dobles y las triples X. La x me parece la firma del verdugo, la marca del vaquero, la impronta de las ovejas negras que pierden la cabeza a manos de las ovejas blancas, inofensivas, comunes y corrientes. En la X, se advierte la señal con la que en las listas negras los miles de maestros y estudiantes han sido sentenciados a morir por no haber sido breves ni concretos; por no haber marcado con una x la respuesta verdadera.

Quise ser maestro.

Me llaman profe, pero quise ser maestro. No sé si esto ocurrió por vocación inscrita milenariamente en mis códigos genéticos, o por un anzuelo aleve del destino, o por el capricho enfermizo de la abuela o por aquello que escuche de José Martí en boca de ella aquella noche.

José martí, recuerdo que me dijo, fue un célebre pensador, político, escritor, maestro y prócer[3]cubano- español, muerto combatiendo por su patria. En 1877, en Guatemala deja testimonio de dos cuestiones ligadas por el mismo nervio: El amor. Contaba mi abuela que allí se enamoró de una niña (quien muere de amor) inmortalizada por él en un hermoso poema y que además, o quizás por ello, expresó ante educadores de la región, la sentencia que sesgó mi vida desde entonces: “Y me hice maestro, que es hacerme creador”.

“Y me hice maestro, que es hacerme creador”, es decir, creativo, amante de la duda, de la incertidumbre, de la sorpresa, del movimiento, la contradicción y el cambio. Estas palabras escuchadas cuando culminaba apenas mi primer quinquenio de vida, sentenciaron fatalmente mi futuro. Quedaron cancelados desde entonces todos los proyectos infantiles. El sueño inicial de ser bombero, soldado de la patria, policía del barrio, misionero, fue canjeado por el de ser maestro. Las armas y los catecismos perdieron con este nuevo sueño. Ser maestro me igualaba a Dios y ésta es una ilusión muy fuerte en las filosofías infantiles, mágicamente animistas y genialmente creadoras.

Así que quise ser maestro. En principio, algunas acepciones del término recopiladas de memoria en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, me eran suficientes. Admiraba - y sigo haciéndolo - la productividad del “constructor de obras, el albañil con pericia”; del “Cocinero mayor, que manda y dirige a los dependientes en su ramo”. Aún envidio, por lo fascinante, el trabajo del maestro de obras, quien así haya paro de maestros puede al final de la jornada dar testimonio irrebatible de su labor. En la pared erguida que ocho horas antes tan sólo era ladrillos esparcidos, está el producto inmediato de su esfuerzo. Cuantos insomnios he intentado distraer buscando señales efectivas de mi trabajo docente. Paredes construidas, muros de la vida o de la infamia.

Por el contrario, otros significados del vocablo “maestro”, hoy vigentes y a veces aplaudidos en las comunidades educativas occidentales, fueron desde el comienzo descartados. Nunca quise ser, por ejemplo, maestro torturante. Me negué a querer ser “quien ejecutaba ciertos castigos o la pena capital”. Con el castigo de ir a la escuela era suficiente. Qué mayor castigo que llegar a ella cargado de emociones apagadas pronto entre tantos palitos y bolitas; asistir a los cuatro años, pleno de saberes que se ahogan rápido en renglones que no pueden desbordarse; qué mayor penalización que liquidar la energía preescolar en filas interminables y uniformes que domestican precozmente el entusiasmo. Qué mayor condena que culminar la escuela con la sabiduría primera transformada en problema de aprendizaje, en diagnóstico letal. Tampoco quise ser “El que afecta magisterio en cosas inútiles o ridículas”. Si bien las tareas inútiles y ridículas no son excepciónales en la escuela colombiana, convertir la inutilidad en propósito me pareció siempre, como canta el tango que gustó poco a las dictaduras argentinas, una falta de respeto y un atropello a la razón.

De igual manera, no quise ser maestro en el sentido de Señor o Dueño, idea tan querida todavía por ingleses y franceses. Dueño de nada. Ni siquiera la miseria que me agota me pertenece. Todo me fue arrebatado desde antes de nacer: el universo me lo quitó Copérnico, somos terrenales - dijo - habitamos un lunar perdido e insignificante del planeta; el predominio entre los seres vivos lo perdimos con Darwin y finalmente, la conciencia, la posibilidad de ser dueños de nosotros mismos dejo de ser una posibilidad desde Freud. Me queda un sueño. El sueño de poder soñar con ser maestro.

Así que soñé con ser maestro de un modo diferente. Me entusiasmé con los laberintos de lo humano; me imaginé comprendiendo la vida con generosidad, sin recatos ni límites, con actitud de búsqueda, con disposición para el conflicto inteligente, con capacidad de propuesta, deliberante y sensiblemente discursivo. La fantasía de poder algún día articular el universo en una palabra, en una mirada, en un gesto indagador, estuvo allí desde entonces acosándome. Ser radical tal y como Martí, lo señalaba (evocando a Marx), fue otra arista de mi sueño. Atacar los problemas por la raíz, ir al fondo, al ombligo mismo de la naturaleza humana, ser un Hombre verdadero (me enseñó la abuela), es una condición primordial para "magisteriar”.

Otra señal de calidad en el ejercicio profesional, puesta en el mapa que habría que habría que recorrer, es la pericia para esquivar riesgos, la habilidad para generar crisis, para ser cognitivamente crítico. Esto obliga a tener, como se dice ahora, pensamiento complejo; a procesar el mundo de manera dinámica creativa, abarcadora. Obliga, igualmente, a comprender con amplitud y presteza las señales del entorno; a ser virtuoso en el arte de conectar lo inconectable; de aplicar lo tradicionalmente inaplicable; de rescatar lo indecible. Ese fue el tamaño del proyecto.

Tal fue la ruta diseñada. Ser maestro, tener maestría, es decir, ser alguien” De mérito relevante entre los de su clase”; alguien totalmente convencido de que sin maestros, la historia de la humanidad, el curso de la ciencia y la misma vida, serían cuerpos descarnados, textos crudamente destejidos.

No pude ser maestro.

Hoy, cuando se están angostando las cosas por-venir, me veo muy lejos de la meta. Encuentro y me encuentro muy poco edificado. La vergüenza de no ser, el dolor de no haber sido, me llevó a aplicarme una prueba especializada[4] que recomiendo a mis colegas afectados por la misma desesperanza. Es un examen sencillo, además breve y concreto. Sólo requiere marcar con una X (o si prefiere con un chulito) la opción verdadera o más próxima a nuestras concepciones, juicios y prejuicios docentes. Nos avisa si somos y de qué tipo, maestros o profesores.

Contestemos sin desánimo. No se deje apabullar por su simpleza (la de la prueba). Contenga el malestar por su desmesura e irreverencia (también las de la prueba). Puede ser una experiencia catártica cuyo resultado tal vez no nos haga más felices, ni más sabios, pero sí nos ayude a delinear la trama actitudinal de nuestro hacer profesional. Marque ya para cada ítem, alguna de las siguientes opciones: si, no, cuando me conviene, no comprendo la pregunta.

¿Seré, yo maestro? ¿Seré yo, maestro? ¿Seré yo? Maestro.

Es usted de los que creen que

ENUNCIADO SI - NO - cuando me conviene - No comprendo la pregunta

1 en el ejercicio docente no es menos importante el horario y la fecha en el calendario a que las ganas se junten.

2 el título del libro de Frank Smith:”De cómo la educación apostó al caballo equivocado”, es francamente imbécil o ridículo.

3 no es inapropiado afirmar que los maestros menos inhábiles son aquellos que no se salen nunca del tema.

4 Una película de Macho Vidal, o cualquier otra, vista por no hacer otra cosa, no es menos emocionante que una actividad de gimnasia verbal.

5 “la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo”, es un verso de Benedetti, que no tiene relación con las prácticas pedagógicas.

6 El trabajo magisterial es demasiado serio, no admite juego, incertidumbre, humor ni indisciplina.

7 Si somos tan pequeños que no nos cabe la menor duda, no es por efecto del trabajo docente. En cualquier caso, no tener dudas es un a circunstancia pedagógicamente positiva.

8 La creatividad no es el principal insumo para el ejercicio profesional del maestro.

9 Le corresponde siempre al docente, nunca a un sujeto externo a la clase y menos a los estudiantes, el rol de evaluar y calificar el desempeño de los aprendices.

10 Un buen docente nunca debe permitir contradicciones; debe sancionar ejemplarmente los errores.

11 La función esencial del profesional de la educación es explicar y hacerlo bien para que los temas de clase y la información de los libros se comprendan.

12 La política es un tema ajeno a la escuela. Es la causa fundamental de tanta pérdida de clase.

13 Ninguna de las preguntas anteriores tiene que ver con la calidad de la enseñanza

Si contestó NO a todas las preguntas. Malas noticias. Es un GRAN MAESTRO. El mejor. El más grande. Sin embargo, Puede estar en riesgo. Seguramente ya se encuentra en la mira de los bárbaros. Si no está desempleado, puede estarlo pronto. Tal vez eso no lo angustie porque usted es de las personas que se emocionan más por el trabajo que por el puesto. Tiene una actitud perfectamente ajustada a las necesidades de las tareas que la sociedad le encomienda. Pertenece a una especie ya casi extinguida por la inmediatez de la cultura uniformada, concreta y progresivamente leve. Según Guilford, su creatividad está en un punto muy alto. Es cognitiva y lingüísticamente flexible, fluido, original y versátil. Condiciones que si bien son definitorias del pensamiento superior, son repelidas por amplios sectores de la escuela nacional, morbosamente inflexible, penosamente irracional.

Si contestó NO a por lo menos 7 de los cuestionamientos formulados y no señaló ningún ítem con cuando me conviene, o no comprendo la pregunta, es un BUEN MAESTRO. Podría continuar siéndolo. Es un tanto descarriado para el gusto oficial, pero es un buen maestro y seguramente también un maestro bueno. Es usted de los que todavía disfrutan el trabajo. Le animan aún los aprendices audaces, las ovejas negras de la clase, del colegio, del país. Lo seducen quienes lo hacen tartamudear con sus preguntas. Si sigue camuflado, si no se deja descubrir por el prefecto de disciplina o por el policía de la esquina, o por algún colega envilecido, llegará lejos. Quedará inscrito en la memoria emocional de sus discípulos.

Si por el contrario, contestó SI a no menos de 5 preguntas, marcó algunos ítems con cuando me conviene, pero al tiempo punteó menos de 5 veces la casilla no comprendo la pregunta, es un PROFESOR JUICIOSO. No importa mucho que se le perciba un poco acomodado a las circunstancias, ni que sueñe de vez en cuando con un látigo en la mano. Es usted, de cualquier forma, candidato para ascenso en el escalafón. Siempre estará sobrecargado de aplausos y responsabilidades académicas. Inspira confianza, respeto y también algunas envidias de cofrades menos exitosos.

Si es el caso de que hubiera señalado (y éste sí es el mío) con SI más de 7 opciones o de que hubiera marcado no comprendo la pregunta en más de 5 ocasiones, usted quedaría conmigo - y de inmediato - en cuidados intensivos. Aquí hay poco que decir. De cualquier manera, sería difícil comprender lo que se diga. El manual del test nos remite a la página 666. Allí dice textualmente:

Hola, profe. Bienvenido a nuestra escuela, así te sientas un pobre pobresor.

Eso soy, para desconsuelo de mi abuela, vergüenza de Martí y escaso aprecio de los tres amigos que me quedan. Ni para construir pruebas coherentes serviré.

NOTAS

[1] Texto de la serie en elaboración “Papelones para tertuliar”, motivada por conversaciones en el aula.

[2] Ésta y las siguientes expresiones entrecomilladas corresponden a definiciones del diccionario de la lengua española. De la Real Academia Española. Madrid, 2001.

[3] La relación entre maestro y prócer empecé a entenderla muchos años después. La cifra descomunal de maestros a quienes se les arrebató la vida y la esperanza por ejercer ejemplarmente su profesión, ayudó un poco.

[4] De la batería de tests “Para calibrar angustias y expulsar demonios” que heredé de mi abuela.

jueves, 26 de mayo de 2011

Los cambios en la Educación


Es posible generar cambios en el sistema educativo si se tienen claros los conceptos y los objetivos. Para el autor de la nota, la escuela no es sólo el edificio sino la interacción de todos los actores que trabajan en ella. Por Oscar Basilio Salomone - Profesor. presidencia@redacet.org

En una conversación muy animada con un colega amigo me formuló esta pregunta: "Pero en definitiva, ¿es posible cambiar la educación? ¿Por dónde empezar?" No dudé en la respuesta: siempre es posible si los que conducen en los diferentes niveles de la educación, hasta el institucional, tienen claro el qué y el cómo y son constantes en el proceso de implementación y la interacción con la realidad. Respecto de "¿por dónde empezar?" es más complejo contestar y hay consenso en que el principal problema se vive en la enseñanza secundaria.

"Entonces, en la enseñanza media ¿por dónde?" Aquí tampoco tuve duda: por todo el personal que tiene dedicación en la escuela: el director, el vice, regente, secretario, preceptor, celador, etc.

Esta respuesta parece simplista pero no lo es. Frecuentemente los educadores, especialistas, funcionarios, consideran que los principales problemas, especialmente en el nivel medio, tienen que ver con el rendimiento de los alumnos y su consecuencia en la repetición y la deserción.

Por eso, asumiendo los indicadores de bajo rendimiento como "el problema", se proponen siempre los cambios en los contenidos y en la forma de enseñar. Son innumerables los esfuerzos que se realizan por los cambios en la currícula, en la implementación de la formación, en los requisitos de los programas, en los métodos de enseñanza, en los materiales de aprendizaje, en la evaluación que se aplique.

Sin dudas que esas decisiones tienen algo de razón en cuanto la formación, el aprendizaje, la apropiación del saber por los alumnos, es la principal función-fin de la escuela. Pero pareciera que no es por allí por donde se debe empezar. Hacerlo sería como aceptar que toda la institucionalidad es reconocida y funciona bien en el contexto actual y se reduce el cambio a una sola dimensión de la institución: la "transmisión de conocimientos". Se trata de enfocar todo el esfuerzo en la enseñanza, como inicio y factor del cambio en los procesos y resultados, movilizando todos los factores dinámicos que actúan en la institución para conseguir el cambio deseado.

Esa solución sería atendible en la década de 1950, cuando la escuela como tal, con las funciones de incorporar los alumnos a saberes, tenía en el conjunto de la sociedad el más alto respeto de todos, los rendimientos eran apreciados y custodiados por todos (familia y escuela). La complementación entre sociedad y escuela era un hecho de la realidad de ese momento y el ascenso social por la educación se aceleraba constantemente por la enseñanza básica y secundaria.

Con el tiempo, los cambios en la vida social fueron rotundos. Los orígenes de esos cambios se manifestaron desde la década del 60 del siglo XX y en una forma generalizada y hasta en muchos casos con violencia: desde Estados Unidos a Japón, de Argentina a Francia. Esos cambios se han ido acelerando, impactando en la vida social y cultural cada vez con más amplitud y velocidad. Es por eso que hoy las instituciones, el lugar donde la vida social y cultural se trabaja, transmite, transforma, también están en permanente conflicto creativo, de cambio hacia una nueva época que está emergiendo, con transformación de criterios, valores, formas de vida, parámetros de resolución, etc.

La escuela como institución de la sociedad, perfectamente definida desde su creación en el sistema educativo, no es una excepción a la situación de conflicto con la vida social que se observa en los comportamientos internos. Quizás con más razón, por ser la institución de resguardo de saberes y costumbres, manifiesta internamente más conflictos o desajustes, más resistencia a la propuesta social que la constituye respecto de la realidad en la que se desarrolla.

Por ello es bueno repasar qué es la escuela. Ésta no está constituida por el edificio y las normas que reglamentan su funcionamiento. Esos son requisitos mínimos y formales. La escuela es una organización que, en realidad, se constituye por la interacción permanente entre todas las personas que viven, trabajan y aprenden en ella.

En la medida que ese entramado psicosocial de personas sea más frecuente y productivo, más inteligente y creativo, crecerá la cultura interna, el sentido de pertenencia y la capacidad para definir qué hacer y cómo actuar en relación con la realidad de los alumnos y el que se da en la vida social contextual. Eso es la que hace de la escuela una unidad de vida social y cultural con sentido, socialmente incluyente.

Por eso la estrategia prioritaria para empezar el cambio es actuar con los roles de las personas que están todo el día conviviendo, interactuando, gestionando, resolviendo en la vida interna de la escuela. Las acciones para el cambio deben priorizar que la comprensión del cambio, la búsqueda de sentido se logre internamente en todos los rincones de la convivencia cotidiana.

Para eso hace falta una dirección clarividente, ejercida desde un liderazgo distribuido y la cooperación participativa de todos, en particular de los que cada día se contactan con los conflictos, comprenden las situaciones complejas que se producen, los orientan hacia las soluciones posibles, logran acuerdos, movilizan proyectos, acompañan el cambio interno. En una palabra, se trabaja con buena comunicación para compatibilizar las necesidades de los estudiantes con la vida social interna y contextual.

Con una escuela cohesionada, inteligente, capaz de tener buena información actualizada, de comunicarse y comprender la realidad y definir caminos y modos de actuar, será posible entonces dedicarse efectivamente al aspecto formativo de las capacidades y los conocimientos porque el ambiente es positivo y permeable a los problemas y existe buena condición para encontrar y ejecutar las soluciones.

En realidad estamos hablando de una estrategia para empezar el cambio: fortalecer a las personas que más conocen y participan en los comportamientos sociales de los que viven y hacen la institución porque la complejidad de la situación exige avanzar en varios frentes pero siempre desde un liderazgo distribuido y las interacciones posibles, que impregnen de sentido todo lo que se proponga, se trabaje y se realice por el mejoramiento de los resultados.




pensar y seguir pensando...

"SI UN DOCTOR, UN ABOGADO O UN DENTISTA TUVIERA A TREINTA PERSONAS O MÁS EN SU OFICINA A LA VEZ, TODAS CON DIFERENTES NECESIDADES Y ALGUNAS QUE NO QUIEREN ESTAR ALLÍ Y, EL DOCTOR, ABOGADO O DENTISTA, SIN AYUDA, TUVIERA QUE TRATARLOS A TODOS CON EXCELENCIA PROFESIONAL, DURANTE DIEZ MESES; ENTONCES PODRÍAN TENER UNA IDEA DE LO QUE ES EL TRABAJO DEL DOCENTE ..."